Es verdad que al final de su estancia en Al-Andalus los sultanes tuvieron bastantes asuntos que resolver y necesitaban un lugar donde alejarse de sus problemas diarios, pero cuando se mandó construir el Generalife allá por el siglo XIII por el segundo sultán nazarí, Muhammad II todo les iba bastante bien, lo que nos da una clara idea de para que querían al Generalife. Como una finca de recreo, un lugar de esparcimiento y relajación.
El Generalife se construyó como una villa rural con huertos y jardines donde irían a meditar y pasear los sultanes y sus sequitos, y aunque los sultanes nazaríes tenían grandes almunias por todo Al-Ándalus está por su cercanía a la ciudad palatina sería la preferida de la mayoría de ellos.
Aunque su nombre proviene de Yannat al-Arif, La casa del alarife o arquitecto nos gusta más nombrarla como lo hacía el poeta visir al-Yayyab, que la nombraba como la Casa Real de la Felicidad (nombre bastante sugerente por otra parte). Y hay aún otro nombre que se utilizó “el más excelso jardín” que da clara muestra de lo que se pretendía y de lo que sin duda se consiguió.
A las afueras de las murallas de la Alhambra, en el Cerro del Sol, lo que ahora vemos como palacios increíbles fue en un tiempo utilizado como una explotación agrícola al mismo tiempo que lugar de recreo, llegando a tener hasta cuatro explotaciones agrícolas diferentes que aún hoy se siguen cultivando con métodos agrícolas tradicionales y todo gracias a estar irrigada por la Acequia del Rey que es la misma que dota de agua a la Alhambra.
El Generalife son muchas cosas, son patios, son palacios, son jardines, pero ante todo es una elegía al agua y su relación con la tierra y los edificios.
Un dato curioso es que solo había un pequeño camino que lo unía con la Alhambra que estaba destinado, por supuesto, al Sultán. Otro y quizás el que podríamos llamar el principal era por la Cuesta de los Chinos, al final del actual Paseo de los Tristes. Imaginamos que esto lo harían por mantener una cierta intimidad. Veían sus palacios muy cercanos pero un barranco los aislaba de ellos, hasta tal punto que Muhammad V, el gran reformador de la Alhambra se encontraba en el Generalife cuando le avisaron de un complot contra él lo que le permitió huir y volver más tarde a imponer su ley.
Actualmente todo ha cambiado, tanto los pabellones del jardín del estanque, que están totalmente restaurados, como el camino que lo une con la Alhambra, el Paseo de los Cipreses, que aunque parezcan que están desde siempre ahí, fueron sembrados en la década de los 30, y gracias a una sabia combinación de figuras arquitectónicas clásicas de la arquitectura granadina como los suelos de chinos, las fuentes, y los macizos de flores hacen que ahora estos jardines separados 700 años de la creación del Generalife sean totalmente indisociables de este monumento.
Como si de un espejo se tratara el Generalife refleja los Cármenes del Albaicín, con sus patios escalonados, con sus muros de contención al estar en una ladera como el Albaicín y sus paredes blancas haciendo que cada rincón nos sorprenda por su recogimiento consiguiendo un espacio íntimo en un gran jardín.
Indiscutiblemente su seña de identidad y mayor atractivo son los dos palacios separados por un patio recorrido con un hermosísimo estanque con surtidores que nos lleva directamente en un viaje en el tiempo si tenemos la suerte de pasear por este patio un día en el que no haya una excesiva afluencia.
Accediendo desde la Alhambra llegaremos al patio del Apeadero o de las Caballerizas, con un banco que servía de ayuda en la descabalgadura. Tras atravesar la puerta donde estaba la guardia subiremos una empinada escalera y llegaremos al Patio de la Acequia.
El Patio de la Acequia es quizás el más bonito y famoso, y se corresponde al típico patio andaluz, de forma cuadrada y origen persa. En este caso no es totalmente cuadrado, y se cree que se hizo más alargado por aumentar el tamaño y belleza de su estanque. Aunque también lo condiciono el terreno ya que por este patio pasa la Acequia Real (se ve en un lateral) que lleva el agua a todos los recintos que componen el Generalife, con sus huertos y jardines y la Alhambra.
Bueno y aquí una decepción para mucha gente, aunque no resta nada de su belleza original. Los espectaculares surtidores que cruzan sus chorros de agua y que tanta veces han sido la imagen romántica de estos palacios fueron añadidos en el siglo XIX.
No hay que olvidar que el Generalife fue pensado como una villa de relax y descanso, con labores agrícolas. Y que aunque tras este patio llegamos a la Sala Regia o Salón Regio con sus típicas yeserías con un impresionante techo de madera todo el conjunto estaba pensado como un sitio modesto. Para palacios suntuosos tenían la Alhambra.
En el Generalife buscaban los sultanes intimidad y es por ello que su belleza nazca de la simplicidad y no de la monumentalidad.
Avanzaremos hacia el Patio del Ciprés de la Sultana, el patio donde la esposa de Boabdil tenía, según la leyenda, sus encuentros con su enamorado, que por otro lado era pariente de su marido. Precioso patio que conserva toda la esencia del monumento, aunque parece ser que antiguamente en este lugar se encontraba el hammam del palacio que fue demolido por los nuevos propietarios moriscos para ocultar su pasado islámico.
Y una muestra más del ingenio árabe nos espera a continuación con la Escalera del Agua. Ingeniosa solución que encontraron los arquitectos para hacer que circulara el agua de la Acequia Real, llevándola por los pasamanos a través de unas tejas, haciendo que se pueda sortear la pendiente a través de una escalera a la vez que no se interrumpe el flujo del agua. Una vez más y como en todo el recinto se hace de la necesidad virtud.
Por esta escalera llegaremos a un mirador romántico decimonónico que se construyo sobre un oratorio musulmán y tras él a Paso de las Adelfas donde podremos observar un singular espécimen botánico de gran importancia, el arrayán morisco que él junto al arrayan común la planta más característica de la Alhambra.
Podríamos seguir hablando y detallando todos los rincones de este increíble palacio, Patrimonio de la Humanidad desde 1984, pero el Generalife, como la Alhambra, como Granada, más que una arquitectura increíble es un sentimiento que no debes dejar de experimentar.