Almería
Almería mira al Mare Nostrum entre montañas con las Sierras de Gádor y Alhamilla y sus muchisimos tesoros naturales como telón de fondo.
En su trazado urbano de origen andalusí se mezclan estrechas calles con amplias avenidas y casas palaciegas, todas dominadas por la imponente Alcazaba, magnífico mirador de las playas mediterraneas que bañan a la ciudad, que podremos disfrutar casi todo el año gracias a su clima excepcional con una temperatura media de 19 º y más de 3.000 horas de sol al año.
Hoy Almería es una ciudad hospitalaría y cosmopolita, acostumbrada a recibir visitantes de una gran diversidad de lugares.
El puerto de Almería que fue en la época árabe el principal puerto de Al Andalus y anteriormente un puerto de entrada a las diferentes culturas desde tiempos inmemoriales, ahora es visitado cada año por multitud de cruceros y embarcaciones privadas, además de las líneas regulares de barco de pasajeros con el Norte de África.
Por el Parque de Nicolás Salmerón llegaremos a la antigua medina fundada por Abd al-Rahman III en el año 955, a los pies de la Alcazaba, con sus estrechas y tortuosas calles que alguna vez fueron el gran mercado andalusí.
Hay vestigios del recinto amurallado de la antigua al-Mariya en el parque, y también hay restos de la mezquita principal (el muro de la qibla y el nicho del mihrab) en la Iglesia de San Juan.
Con el tiempo y la prosperidad económica llegó la expansión de la ciudad y los suburbios crecieron. Se crearon los barrios del Aljibe o Al Hawd, hoy en día el pintoresco barrio de La Chanca, y el barrio de Musalla o Oratorio, el más grande, que se extendía desde la calle de La Reina (actualmente encontramos en este punto el Centro de Interpretación Arqueológica Puerta de Almería) a la Pechina o la Puerta de Purchena, que marca el inicio de la conocida calle de las tiendas.
Aquí es donde se encontraba el mercado o zoco, hoy Plaza Vieja, donde se situan el Ayuntamiento, el Monumento a Los Coloraos y los Aljibes (aljibes árabes) que Jayrán ordeno construir en el siglo II para suministrar agua a la ciudad desde la zona rica en fuentes de Alhadra (hoy restauradas para las visitas).
La muralla, que se une a Cerro de San Cristóbal a la Alcazaba, tiene el nombre de este rey musulmán.
En la antigua Musalla (centro histórico) y la Puerta de Purchena encontraremos los bares y restaurantes más destacados. Lugar ideal para que los visitantes puedan probar el pescado frito, los “gurullos”, las “migas”, la sepia a la parrilla o la infinidad de suculentos platos de la cocina almeriense.
Sin duda, el símbolo de la Almería musulmana, aunque los que los cristianos la cambiaron sustancialmente después de la Reconquista. es la Alcazaba. De pie sobre una colina que le ha permitido con su inconfundible perfil ser la guardiana de la bahía durante más de diez siglos.
Sus murallas (con una longitud de más de 1.400 metros) y sus torres de proporcionar un punto de vista bellísimo de la ciudad.
Numerosas iglesias que se concentran en el centro de la ciudad (San Sebastián, Santiago, San Pedro, y otras) llevan a los visitantes, como si de un Via Crucis se tratara hacia el principal exponente de la Almería cristiana: su Catedral-Fortaleza del siglo XVI.
En todas las iglesias encontraremos imágenes que se procesionarán por la ciudad durante la Semana Santa, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
El siglo XIX marca un antes y un después tanto en el desarrollo de la ciudad como en su organización urbana marcadamente árabe. Fue un período de crecimiento demográfico y económico impulsado por un aumento de la riqueza de las clases altas y, sobre todo tuvo un gran alcance en la burguesía.
Las clases nobles, inspiradas en las nuevas tendencias artísticas europeas, comenzaron a construir grandes casas palaciegas fuera del recinto de la antigua medina, en La Musalla, y que aún hoy en día se pueden contemplar en todo su esplendor: el Palacio del Vizconde de Almansa, la Casa de Música, el Palacio del Marqués de Cabra y la Cámara de los Puche.
Tras ser demolidas las antiguas murallas en 1855, la ciudad comenzó a expandirse hacia el este y bajo los auspicios de la burguesía se construyeron numerosos y bellos edificios civiles, algunos tan representativos como el Casino, el Teatro Cervantes (una de los excepcionales enclaves del Festival Internacional de Jazz celebrado en la ciudad), la Casa de Don Francisco Jover y Tovar, el Palacio Arzobispal o la curiosa Casa de las Mariposas.
La ciudad se fue adornando también con plazas, jardines y espacios públicos, como la Rambla y el Parque de Nicolás Salmerón, con árboles centenarios y filas de palmeras que se alinean entre los estanques y fuentes.También es muy característico de esta época la arquitectura de hierro, el símbolo de la rica minería y la actividad mercantil que disfrutó Almería.
Las obras más destacadas son el Mercado Central, la Estación de Tren, una espléndida combinación e hierro y vidrio, y en la playa de las Almadrabillas,el imponente Cable Ingles, una antigua estación de carga de minerales considerada una obra maestra de la ingeniería industrial.
Con estos últimos aportes urbanísticos, Almería hoy en día se ha configurado en una ciudad en la que conviven en perfecta simbiosis su pasado medieval y árabe, que le ha servido para ser plató de diferentes películas como Patton o Lawrence de Arabie, con la ciudad moderna, creando un conjunto urbano lleno de matices y contrastes.
Su entorno natural excepcional, son un atractivo añadido, con el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar y playas como San Miguel de Cabo de Gata, Torre García, las Amoladeras, Salinas de Cabo de Gata, Almadraba de Monteleva y La Fabriquilla, en Nijar.